Dentro de las obras de circunstancia, cuéntase el conjunto dedicado a las bodas. Considera Pombo el matrimonio en varios aspectos, en este caso como la joya más preciada de la familia, cuidada con esmero para donarla a otro.
En la boda
de Carlos A. Castello con mi sobrina Teresita Pombo
(a los padres de Teresita).
Sic vos non vobis... Virgilio.
Brota la planta una flor,
con su savia la sustenta,
y el padre sol la ornamenta
de matizado color,
y es como un beso de amor
de la tierra con el cielo,
y ambos allí su desvelo
cifran con dulce interés.
¿Y esa flor para quién es?
Con un tercero alzó el vuelo.
La dura roca y el mar
también se aquejan de amores,
y también les nacen flores
de mérito singular;
y así el coral suele alzar
sobre el mar selvas de rosa;
y así la perla, en que posa
la luz sonrisa encantada
cuajó; y ¿a quién destinada?
No a la mar sino a la hermosa.
Tierra y fuego tenazmente
se aman con amor profundo,
y en las entrañas del mundo
tienen su tálamo ardiente,
y es el diamante fulgente
fruto de su idolatría;
y ella ¿para quién lo cría?,
y él ¿para quién lo aquilata?
Para el que su oro y su plata
esprima con ansia impía.
Así para vos, oh abejas,
no destiláis vuestra miel;
ni orna el vellón vuestra piel
para vos, mansas ovejas;
ni aráis la tierra en parejas,
nobles bueyes, para vos[1];
ni anidáis de dos en dos
para vos, blancas palomas;
ni a ti darás tus aromas
casta beldad, flor de Dios.
¿Y a quién tu cantar baldío,
¡oh! tú que anhelas profundo
con trasluces de otro mundo
llenar del mundo el vacío?
Crece con tu desvarío
tu cerco de soledad,
mengua tu felicidad
con lo imposible que sueñas,
y cual Moisés nos enseñas
lo vedado a tu ansiedad.
¿Y para quién es tu luz,
¡oh sol!, para quién tu alfombra,
¡oh verde campo!, y tu sombra
para quién, blando sauz?
Y, ¡oh Dios!, ¿de tu Hijo y su Cruz
quién disfruta el beneficio?
Sólo es para tu servicio
cualquier don de tu favor,
y toda perla de amor
es prenda de un sacrificio.
Así ¡oh Manuel, ¡oh María!,
hermanos que quiero tanto,
hoy rendís con vuestro llanto
un don que os envanecía.
Vuestra doble idolatría
es hoy amor de un tercero;
mas no la perdéis, e infiero
que ella gana en la cesión.
Guarda vuestro corazón,
y él le añade el suyo entero.
Bogotá, noviembre 27: 1880.
[1] Estos versos, a más de los citados en el epígrafe, son virgilianos: Quéjase el poeta de que escribió unos versos y otro se llevó los honores.
Al respecto decía un crítico (al parecer J. A. Silva): Desgraciadamente Pombo es hoy una musa arrinconada, un recuerdo, una lira floja que ya no suena sino para cantar en bodas. En Bogotá tiemblan sus admiradores cuando hay una fiesta de matrimonio; es casi seguro que allí han de profanar el divino estro de Pombo. A los grandes poetas se les puede pedir autógrafos y aun esto algunas veces llega a ser una tortura y si no dígalo Whittier que tuvo que avisar que no podía atender a tantos pedidos. Pedirle poesías es un irrespeto al genio, es una profanación. ¿Cuándo acabarán las vanidades humanas? ¡Aquel cuerpo endeble, agachado, aquella sombra que anda por las calles de Bogotá, no sabe lo que vale!
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