Tenemos dicho que Pombo, a no haber sido por el destino con que distinguió el general Santander a su padre, hubiera sido caucano. Pues a la ciudad que lo vio nacer dedicó unos versitos ligeros, una retahíla que parece compuesta de un tirón, un juguete literario que pudo habérsele ocurrido en su larga estada norteamericana.
Revista de la semana.
Dichoso aquel que no ha visto
más campo que la Sabana,
ni más río que el de Funza,
ni más vagón que la enjalma,
pues aunque bien puede ser
que se encuentre hecho una lástima,
con estrecheces de bolsa
y más estrecheces del alma;
con romadizo perpetuo
y joroba cuotidiana
bajo el yugo de la peste
y los callos y la capa,
y los caños y la chicha,
y las ronchas que le estampan
en la epidermis las pulgas
y en la frente las ventanas,
y en el corazón los pobres
con su exhibición de llagas,
y en el fisco los empréstitos,
y las prendas, y las trampas;
y aunque no tenga más goces
que la misa en la mañana,
ajiaco y olla a las tres
y por la noche la cama;
con ligeros desenfrenos
de un paseo por las Aguas,
retreta domingo y jueves
y en la tarde algo de charla;
y aunque sea un purgatorio
su doméstico programa,
Troya eterna, gresca horrible
de amos, niños y criadas;
y aunque cada ingrato sorbo
(si hay en casa quien se lo haga)
le cueste una indigestión,
un reniego, una pringada,
sin embargo, el inocente
es feliz, porque no alcanza
a sospechar que otro modo
de vivir en el mundo haya:
cree que todas las esposas
son cual la suya, una parca,
y todo viejo una criba,
y todo pobre de ruana;
y es feliz, porque está cierto
de que nuestras cuatro tapias
son la Arcadia venturosa
de que los poetas hablan;
porque solamente aquí
crece el trigo y corre el agua
(aunque sabe Dios por dónde
y revuelta con qué ámbar);
y sólo aquí hay apetito,
y aire, y cielo, y casa, y cama,
y amor en las hijas de Eva,
y en los hijos de Adán, gracia;
y porque esta Bogotá,
tal vez por lo mal lavada,
tiene cierta pegapega,
cierta cosita que encanta,
que embelesa, que fascina,
que satisface, que amarra,
que agradablemente pica
y sabrosamente rasca
a todo aquel que no ha visto
más campo que la Sabana,
ni más río que el de Funza,
ni mas vagón que la enjalma.
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