martes, 6 de marzo de 2012

En la torre de marfil.


Promediando la década del 70, el radicalismo sigue dirigiendo el país. Nuestro poeta, opuesto sinceramente a dicha escuela, da rienda al descontento por la marcha de los asuntos sociales en un soneto que recuerda el odi profanum vulgus horaciano.

La derrota.

Cuando el orbe social no está en su centro
y es lodo y heces lo que en alto flota;
cuando al justo en prisión o en la picota,
y al reo de juez y carcelero encuentro:

entonces vuelvo mi alma para dentro,
a un mundo inaccesible al vulgo ilota,
do ciego y sordo a su bestial chacota
en comunión con mis iguales entro.

Allí, en la majestad de un orden santo,
amor, justicia, libertad sincera
giran exentos de ansia y de quebranto;

y allí, pensando acaso en su primera
patria, y con ojo de amoroso llanto,
mi padre me murmura: ¡ama y espéra!

Bogotá, abril 10: 1877.

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