martes, 6 de marzo de 2012

Contra los oradores.


En pleno apogeo del radicalismo se desata Pombo contra los oradores políticos, catalogando las ideas que no han de faltar en un buen discurso patriótico. El blanco favorito del tribuno veintejuliero de entonces era, por supuesto, el coloniaje español. Es una censura a la palabra hueca que tanto seduce a la multitud, sin que dejemos de notar cierta palabrita que hizo carrera hace muy poco, en boca de un orador no menos exaltado que sus antecesores.


Receta

para un discurso del 20 de julio.

Algo nuevo: barbarie, oscurantismo,
feudo, escoria, caduco, mercenario,
vestiglos, palpitante, rol, sudario,
patria, gleba, epopeya y fanatismo.

Cóndor, florón, sarcasmo, cataclismo,
pléyade, virgen, reyedad, nefario,
tres centurias, madrastra, legendario,
eterna primavera, inmenso abismo.

Cosas gigantes, hecatombe, tea,
síntesis, vencedor de vencedores,
férreo titán, martillo de la idea.

Tronad, en prosa o verso, estos primores,
y, si no aquí, no ha de faltar aldea
donde os decreten palma de oradores.

1874.

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