martes, 6 de marzo de 2012

Lo divino y lo humano, o el valor del arte.


En el tema reflexivo estético, discurriendo Pombo sobre el valor y posibilidades del arte, es de opinión más bien escéptica e inconforme. Sírvese para trabajar el asunto de endecasílabos sueltos.

Faciebat.

¿Cómo podrá jamás satisfacerse
visión divina con terrestre imagen?
¿Cómo podrá jamás alma de artista
en un despojo inerte recrearse?
Lo etéreo es inasible al signo tosco,
ni en lo finito lo infinito cabe,
ni casta flor del cielo abre en la tierra
sin que a este aire letal muera al instante.
Cuando el querub es arrojado al mundo,
cual sonoro cristal roto se esparce;
vuelve algo arriba, sueltas en el hombre
se agitan las demás excelsas partes.
¡Gloriosa fruición, guardar viviendo
la integridad magnífica del ángel,
y que alma y expansión, todo fuese uno,
amar, cantar, enardecerse, darse;
libre ya de esta eterna incoincidencia
de lo ideal y el medio miserable;
entre la santa música de adentro
y el son grosero que del labio sale!
¡Quimera en nuestros días!... Entretanto
no imaginéis Narcisos en el arte.
Lo hecho es mediocre; es a lo sumo un puente
del alma del autor al circunstante.
Allí no está ni el cielo ni el abismo;
quedó la perla en su encantada madre.
Sólo el insecto admírase en su obra:
lo sublime, lo bello, es lo inefable.

1877.

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