viernes, 2 de marzo de 2012

La sátira política.


Pombo fue conservador por tradición y por convicción, si bien tuvo la independencia de criterio para polemizar con sus correligionarios, como ocurrió con el sr. Caro. Aquí lo traemos notando los vicios de los hombres públicos y censurando el triunfo de la federación como el supremo desorden.

El bochinche.

Al señor don Antonio José de Irisarri.

En vuestro bello tratado
sobre Bochinchografía
se os ha tan sólo escapado
decir la etimología
de ese término endiablado.

Voy tras della, y puede ser
que mi escalpelo la trinche,
debiéndola conocer
uno a quien tocó nacer
compatriota del Bochinche.

En la parla de Castilla
llamóse un tiempo bochín
al verdugo o tío cuchilla:
¿no será de tal semilla
que plaga tal salió al fin?

Chupa sangre, en mi sentir
no hay quien mejor muerda y pinche
(y en eso, como en cundir
y en no dejarnos dormir
entra en el género chinche).

La prole de aquel sayón
gánale acaso en traviesa
y es de genio más gritón,
pero ambos, sin discusión,
son animales de presa.

Si el bochín fue personaje
en nuestros albores regios,
hoy, cuando no hay vasallaje,
su bochinchero linaje
goza de más privilegios.
No mata en nombre de rey,
y aun por ley «a nadie mata»
pero embochincha la grey
y mata pronto a la ley
y al que por la ley combata.

Eran carne del bochín
hereje, rebelde y malo:
¡desagradable festín!
Bochinche menos ruin
se trata con más regalo.

No gasta el tal cazador
su pólvora en gallinazos,
como con tanto primor
lo enseña el historiador
de berrueco y sus balazos.

Siendo verdugo el bochín
la cola che puesta al fin
debe de darle más jugo:
es cola de mandarín
y hace un mandón del verdugo;

porque como el rabo che
es el francés chef sin efe,
como Joseph es José,
el bochinche bien se ve
no es más que verdugo en jefe.

Y en efecto lo probó
la historia de todo yugo:
nación que se embochinchó
por resulta siempre dio
la férula del verdugo.

Bochinche la Irlanda fue,
Polonia se hizo bochinche:
¿porqué asombrarnos que esté
una y otra bajo el pie
de tanto sayón compinche?

¿Y no es el bochinche el coco
que hizo de un simplón o un loco
un tercer Napoleón?
¿Ayer no fue su escalón
y hoy sostén del zorrocloco?

Y entre nosotros ¿qué fruto
da el bochinche? Hacernos fleco,
intervenciones, tributo
y el mando asqueroso y bruto
de algún héroe a la Berrueco.

Por dicha, cualquier nación
en cuya sangre hay bochinche
es caballo muy bribón
y sacudirá al mandón
que con más arte lo cinche.

Mas después, ¿quién del veneno
la enferma sangre exonera?
¿Qué viaje largo y sereno
hará un caballo sin freno
montado a usanza llanera?

¡Y llamamos democracia
a esa bochincherocracia
lidiando por el botín,
do el bochinchero se sacia
y el pueblo paga el festín!

No es la necia ineptitud
ni es la infeliz multitud
quien gobierna en nuestra casa;
esta, en su humilde virtud,
ni sabe lo que le pasa.

Son doctores sapientísimos
en su especial facultad
del bochinche; habilidad
que hace progresos tantísimos
en tanta universidad.

Y esos ilustres doctores
nunca pierden: Algún lío
recompensa sus labores,
pues siempre a revuelto río
ganancia de pescadores.

¿Qué le daña que después
gozoso el bridón relinche
libre de incómodo arnés?
¿No han de apañar otra mies
en el próximo bochinche?

Fuerzas del bochinche: el ocio
e ignorancia popular
que aun sabios del equinoccio
ignoran que haya un negocio
mejor que el de embochinchar.

Cuando aquellas pobres gentes,
que esas pérfidas serpientes
nutren de bárbara hiel
sepan que hay cierto papel
llamado precios corrientes,
y que a peso de oro, el mundo
paga el añil, la vainilla,
la quina, la cochinilla,
la zarza, que el rancho inmundo
invade audaz y acribilla;

cuando sepan qué millones,
qué palacios nuestros frutos
van a alzar a otras naciones;
cuando ellos se matan, ¡brutos!,
por zánganos y ladrones,

y que, en paz, cualquier gañán
o arriero de nuestra tierra
tiene más seguro el pan
que mucho idiota holgazán
que nació lord de Inglaterra;

entonces... apenas abra
la hambrienta boca el gritón
y diga media palabra
sobre salvar la nación
que él y sólo él descalabra,

a piedra y palo en tropel
le caerán nuestros gañanes
y lo izarán a un cimbel
para espantar gavilanes
menos gavilanes que él.

Con la leche que mamamos
(ya embochinchada en Castilla)
y con tantos nuevos amos
que en gratitud trasplantamos
de la campaña a la silla,

teníamos material
para el bochinche, y de sobra;
mas nó: faltaba el final,
el descuajo radical
que redondeara la obra.

Siendo el embochinchamiento
un derecho de natura,
papá del pronunciamiento
ya era falta de cordura
diferir el sacramento.

Llegó la Federación,
que como el nombre lo expresa,
es la fe de la ración
que a cada conmilitón
le ha de tocar de la presa.

El bochinche quedó así
legalizado y perfecto;
y nada, a partir de allí,
podrá sorprenderme a mí
ni al bochinchero arquitecto.

Y por más, ¡oh patria mía!,
que el legislador te finche[1]
con tanta soberanía,
no eres más, desde aquel día
que un soberano bochinche.


Nueva York, julio: 1867.


[1] El arcaísmo finchar por hinchar no tiene más explicación que evitar la concurrencia de vocales para la medida del verso. El héroe 'a la Berrueco' es Obando, quizá por su supuesta participación en el golpe de Melo.

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