En medio de su misión diplomática en Centroamérica, Pombo se aplica a la composición de obras políticas o patriotas, debidas a la complicada situación del momento. Mas no deja de entregarse a la melancolía y la reflexión amarga, al desprecio de la vida y al anhelo de la muerte. Recordemos que hace menos de un año había proferido su desconsolada Hora de tinieblas.
Vida y muerte.
La muerte el corazón no me intimida,
aunque mi pobre corazón no es fuerte;
que si es triste el misterio de la muerte,
es cruel el misterio de la vida.
¡Hay tanta pena que a morir convida,
y que en muertos vivientes nos convierte!
¡Y es tan dulce pensar que un tronco inerte
aun de la sombra del dolor se olvida!
¿Y por qué llora por la muerte el vivo?
¿Acaso llora por la vida el muerto?
¿Libre, su libertad llora el cautivo?
¡Cuán justo es Dios! Sin ese santo puerto
bogáramos sin fin con viento esquivo
en océano lóbrego y desierto.
Junio 3: 1856.
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