El profesor Héctor Orjuela, de cuyas obras ya hemos extractado, redactó una biografía del sr. Pombo como tesis doctoral, que luego refundió con el título Edda la bogotana. De ésta sacamos noticias sobre los principios de la actividad poética del poeta.
Haba Pombo. “En 1843 ya hice composiciones que tuviesen alguna forma, i todas ellas, hasta 1845, fueron de un gusto enteramente frío tomado de Lope de Vega i Jáuregui. Lo que sí arreglé desde que aprendí a leer fue el oído prosódico, i tal vez nunca me quedó un verso largo o corto en demasía i sin disculpa”.
No obstante la afirmación, los primeros versos que se hallan en el archivo de Gómez Restrepo son de 1846 y 47.
Entre los primeros cabe mencionar un Epitafio a la tumba del general Domingo Caicedo, muerto en 1843. Según dato autobiográfico, “en 1845, aplicado a la lectura de Zorrilla, Hartzenbusch, Maitín i otros, hize ya versos que fuesen tolerables; iba tomando un gusto más sentimental como lo muestran... (aquí cita poesías que no se conservan)”.
Entonces principió la compilación de poesías propias y traducidas del latín, francés e inglés, bajo el título Panteón literario... Bogotá, 1845. Obrita homóloga es una selección poética de autores españoles, colegida el mismo año, con el título Álbum poético de J. R. Pombo, tomo I.
De las producciones de esos años solo puede leerse en la edición oficial (de Gómez Restrepo, 1916) el canto Ayacucho, de diciembre del 46. Parece dominado el joven Pombo por el tema patriótico, como se deja ver por obras contemporáneas a la estatua del Libertador, inaugurada en el 46, y un himno que puede citarse entre los precedentes del Himno nacional. De sus cuadernos de muchacho también aparece el nombre de su primera musa: Célida. Amor y patria, pues, están en los principios de la obra poética del sr. Pombo.
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