En los primeros días de la naciente república, el caucano Julio Arboleda (1817-62) sale con escasos trece años para Inglaterra, de donde, pasados ocho años, ha de volver con el cartón de Bachellor of Arts debajo del brazo. Dominó las lenguas inglesa, francesa y latina, y vendría a encarnar el ideal del poeta soldado, además de producir la máxima expresión épica del grupo romántico nacional: el Gonzalo de Oyón.
Arboleda, como sus contemporáneos, trató varios géneros; mas llama la atención que de sus poesías políticas hiciera Menéndez y Pelayo: “huelen a pólvora, parecen rugidos de león más que obras de arte”.
Se metió en política y hubiera sido un presidente poeta (denominación con que hoy se quiere ridiculizar a hombres que, al menos en uno de los términos del binomio, son superiores a sus críticos) si no lo hubieran asesinado. Ah, era primo de Pombo y por las venas de ambos corría sangre irlandesa.
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