1830. José E. Caro compuso el poema Lara, que los críticos ponen de principio del movimiento romántico nacional. En América los precursores de la nueva escuela serán Heredia y Bello, entre otros. El romanticismo americano es de cuño francés, con particular influjo de Chateaubriand y de Hugo. Hay que notar que dicha tradición no nos llegó por conducto español, sino directamente; y que también se conocieron modelos peninsulares e ingleses. A favor de los españoles obró el hecho de que, por el nuevo plan de estudios de 1843 para la Universidad Central, subiera a la cátedra de retórica el español Diodoro de Pascual. Sus alumnos vinieron a formar tertulia con el aditamento de una biblioteca itinerante que ponía a disposición las obras de Hugo, Zorrilla, Martínez de la Rosa, Feijoo, Chateaubriand, Byron y Scott, Lamartine, Quintana y otros.
Hacia 1845, los mismos jóvenes formaron una Sociedad Literaria, cuyo órgano era El Albor Literario, en donde aparecieron composiciones de los primeros románticos. Otra revista de la época fue Ensayos Literarios, editada por los alumnos del Colegio del Espíritu Santo. A todo ésto, asistimos a la fundación de los partidos tradicionales y de escuelas dependientes de ellos, como la Escuela Republicana para el caso de los liberales, y la Sociedad Filotémica para los conservadores. Nos importa esta última, pues en su órgano, El Filotémico, aparecieron las primeras obras de Faraelio, seudónimo con que se encubría Rafael Pombo a sus diecisiete años.
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